
En el hospital Jorge Angola su herida
El día en el que el hampa perdió en Amsterdam
Vengo a contarles una pequeña historia de cuando Venezuela quedó por todo lo alto.
Por: Jorge Anzola
Todo empezó cuando su servidor, A.K.A: yo, Decidió vender una laptop en Markplaats, que es como un MercadoLibre Holandés, pero sin tanto estafador… O ESO CREÍA YO.
La laptop tenía meses publicada, porque bueno… en mi mente costaba mucho más de lo que los plebeyos estaban dispuestos a pagar.
Poco a poco tuve que ir bajándole el precio. Hasta que un día, el preció llegó a un sweet spot que despertó el interés de compradores serios… O ESO CREÍA YO.
Un domingo común y corriente del año más raro de nuestra historia contemporánea, me escribe al que llamaremos Pepiño.
Pepiño estaba interesado en la computadora, preguntando detalles, tratando de regatear, preguntando si tenía cargador.
Algo estaba raro. Pero seguí.
Transcurren varios días de fuertes negociaciones. Finalmente llegamos a un acuerdo.
Decidí citarlo en mi casa. Lo sé, grave error…
Pero por qué hice eso?
Fácil. En mi mente, lo peor que podría pasar, es que Pepiño tratara de arrancarme la laptop y salir corriendo, por eso lo traje a mi dominio.
Si se le ocurría la brillante idea de salir corriendo, tendría que atravesar varias puertas y escaleras.
Yo, siendo ágil como una gacela, podría atraparle sin problemas si Pepiño decidía hacer alguna estupidez.
Yo, como buen Venezolano entrenado para las desgracias y guiado por un mal presentimiento cuajé un plan de contingencia con MG.
El plan tenía de todo, parte A, parte B, MG escondida en un cuarto con el 911, listo para llamar. De todo.
Finalmente, llega el día… Pepiño y su secuaz, aparcan frente a nuestra ventana, los escucho hablar y decir el número de nuestro apartamento. Así confirmo que son ellos.
Informo a MG de cuál es su carro, porque en nuestro plan, la comunicación es clave.
Pepiño toca el timbre, abro la puerta y espero impaciente en la sala.
Pepiño entra y sin mediar palabras, agarra la computadora y saca su cuchillo.
Gritando que la computadora ahora es suya.
Mis cálculos estuvieron errados, lo peor que podía pasar no era Pepiño corriendo… Era Pepiño con un cuchillo gigante… Ya no hay vuelta atrás, empieza la lucha.
Quería robarme con un cuchillo. BECERRO SOY DE VENEZUELA. No lo podía permitir.
Antes de que Pepiño hubiese desenvainado su arma por completo, yo ya tenía un exacto en la mano.
Me abalancé sobre él al grito de “MAMAWEBO SOY INMORTAL MALDITO MENOR”.
Pepiño no esperaba eso.
Entra en pánico. Como una rata acorralada, lanza zarpazos con su cuchillo.
Consigo agarrar su muñeca, no sin que antes él me apuñale en el hombro.
Borracho de adrenalina, no siento el profundo corte.
Yo vestía de negro así que la perra no me ve sangrar.
Sabe que está en problemas. Justo antes de abatirlo, me corta un poco en el cuello.
Pepiño está tirando a matar.
Logro someterlo.
Me tomo la libertad de explicar gráficamente la situación.
MG lo está escucha do todo. Sale del cuarto, agitada pero enfocada y, siguiendo al pie de la letra su papel en el plan, llama a la policía.
Mientras intimida a Pepiño con gritos y blasfemias, vuelve a la ventana solo para encontrarse con que el compinche del malhechor sigue ahí, a la espera del botín, sin imaginarse si quiera el enfrentamiento que ocurre a escasos metros.
MG, con perspicacia, toma una foto de la placa de su carro.
Pepiño lo nota, ya sabía que era el peor día de su vida, pero ahora entiende que es también el peor día de la vida de su compañero.
Sigo sosteniendo a Pepiño. El continua retorciéndose bajo mis rodillas. Es fuerte. Yo lo soy más, pero el cansancio empieza a hacer mella en mi.
Le pregunto a Pepiño si todo esto era lo que había planeado. Me evita la mirada. Siente odio. Se le dificulta la respiración, no sé si por los nervios o por mi rodilla en su pecho.
Llegan patrullas, eso espanta a la segunda rata como si hubiese visto a una manada de gatos hambrientos.
Los oficiales están ahora junto a mi, me piden que suelte a Pepiño para tomar ellos el control.
Dudo por un momento si sus habilidades podrán equipararse con las mias, les pregunto si están seguros. Me dicen que sí, en efecto 5 policías lograron también diezmar las fuerzas de Pepiño.
Nos informan que encontraron el carro gracias a la foto de la placa.
Nos felicitan por nuestra valentía y esfuerzo.
Pepiño y su socio están tras las rejas.
Hoy perdió el hampa… Yo gané 4 puntos en el hombro…
Y si alguien quiere una MacBook Pro buena, bonita y barata, escríbanme al DM. Sigue en venta.
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