Vie. Jun 2nd, 2023

La Diáspora y la importancia de nuestras historias.

Puede a veces ser incómodo o hasta doloroso contar nuestras historias, pero dejar constancia de lo que somos, lo que vivimos y lo que hemos pasado es importante.

Es importante contar nuestras historias. Al contar nuestras historias no sólo plasmamos nuestras realidades particulares sino que al reunirlas creamos poco a poco una narrativa coherente, una imagen común e identificable donde entendemos mejor lo que estamos viviendo y conservamos testimonio para no olvidar lo que ha ocurrido tanto para nosotros mismos como para otros, ajenos de nuestras situaciones.

Incontables son los grupos humanos, ya sean étnicos, religiosos u otros tipos de minorías, cuyas historias han sido puestas al margen por una gran cantidad de razones. Pueden ser que se consideren contradictorias o sólo “inconvenientes” a las opiniones e ideas de la mayoría. Otras veces es simplemente es el prejuicio, en alguna de sus variantes, como si el hecho de ser humanos y contar nuestras historias fuera una amenaza y alguna veces, si son una amenaza pero contra aquellos que nos han herido, humillado, amenazado, y despojado de nuestra integridad, de nuestros derechos y hasta de nuestra vida.

Sea como fuere, creo que debemos estar agradecidos como algo. De vivir en un tiempo con tanta facilidad de contar nuestra historias como de que lleguen a un público dispuesto a oírlas. Después de todo algunas de las obras más queridas y memorables del último siglo, un siglo caracterizado por el desplazamiento humano, son historias surgidas de la diáspora. Algunos ejemplos memorables son:

  • El violinista sobre el tejado de Joseph Stein, acerca de los habitantes judíos de una pequeña aldea en Europa Oriental que se ven obligados a emigrar por los pogromos.
  • La saga de El padrino de Mario Puzzo, llevada al cine por Francis Ford Coppola, sobre varias generaciones de una familia siciliana que cae en el crimen organizado para abrirse paso en los Estados Unidos.
  • Persépolis de Marjane Satrapi, una autobiografía que gira en torno sobre crecer en plena Revolución Islámica en Irán, emigrar a Europa y encontrarse uno mismo en medio de dos culturas.
  • Vientos de agua de Juan José Campanella, una co-producción televisiva entre Argentina y España esta miniserie se enfoca la migración española a Sudamérica por el franquismo y el reciente fenómeno de sudamericanos migrando a Europa por los problemas económicos y políticos que sacuden al continente.
  • Americanah de Chimamanda Ngozi Adichie, acerca de una nigeriana intentando abrirse paso en los Estados Unidos.
  • La maravillosa vida breve de Óscar Wao de Junot Díaz, centrándose en las desventuras de un muchacho de una familia dominicana de Nueva Jersey, emigrante debido a la dictadura de Rafael Trujillo.
  • Emigrantes de Shaun Tan, una serie de ilustraciones surrealistas que narran las experiencias de diferentes habitantes de un mundo onírico en búsqueda de un nuevo hogar.

Estas pocas obras, la mayoría literarias, dan cara no sólo a historias personales sino a historias comunes que facilitan poner en palabras e imágenes realidades que de otra manera sería difícil empatizar, o incluso explicar.

Puede a veces ser incómodo o hasta doloroso contar nuestras historias, pero dejar constancia de lo que somos, lo que vivimos y lo que hemos pasado es importante. De lo contrario otros contarán nuestras historias por nosotros y fácilmente pueden ser los mismos que en el pasado nos han herido, humillado, amenazado y despojado de nuestra integridad. Son nuestras historias y no podemos dejar que nadie nos quite eso.

José González Vargas

gonzalezvargas91@gmail.com

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: