Por: María F. Segnini 

Han pasado 3 años desde la última vez que pude abrazar a mis padres aquellos que dieron todo e hicieron todo lo necesario para que yo creciera sin la ausencia de amor, educación y siempre allí apoyando cada uno de mis sueños o hobbies, desde la música hasta la fotografía, el modelaje o incluso dirección orquestal.

Tres años sin abrazar a mis hermanos, esos niños inteligentes de los que me siento orgullosa de tener en mi vida, porque son la luz de mis ojos; tres años sin ver a mi familia, siempre tan dedicada a hacer de los momentos juntos, los recuerdos de toda una vida. Tres años desde la última vez que reí de las ocurrencias de mis amigos, aquellos con los que compartí y crecí, con los que lloré y me disgusté, por cosas que hoy jamás volvería a decir o hacer sólo para no estar lejos de ellos como lo estoy el día hoy.

No voy a decir que no extraño mi país en lo absoluto porque sería una mentira enorme… Cómo podría decir que no extraño las Arepas por las mañanas, las vacaciones de verano en la playa con mi prima, las gaitas en época decembrina, las Hallacas hechas por la familia y los abrazos de las personas que amamos cada 31 de Diciembre después de las 12 campanadas.

Cómo podría decir que no extraño las aventuras que viví en mi ciudad natal y también en aquel pueblito caluroso donde crecí, donde conocí personas buenas y malas, donde probé diferentes cosas y aprendí de ellas, donde conocí por primera vez el amor y donde me desilusioné también por primera vez, donde desarrollé mi personalidad, donde entendí que es lo que realmente me apasiona y lo que también me baja los ánimos, donde peleé por lo correcto y aprendí a decir perdón luego de mis errores.

Cómo decir que no extraño el aire puro que se respira en nuestro pedacito de tierra ubicado en el mar Caribe, los atardeceres, el cielo azul con esas nubes enormes, la naturaleza y el carisma de las personas, la confianza y la felicidad.

Por ahora lo llamaré pasado, porque de no ser por un pasado tan genial, jamás podría haber llegado hasta donde estoy. Al salir de mi país entendí que cada uno de los días que vivimos de jóvenes, son solo lecciones para aprender a lidiar con las pruebas de la vida cuando ya empezamos a ser adultos.

Vengo de un país que, durante mi infancia, era el mejor lugar del universo, o para mí lo era, que desafortunadamente es un país en el que hoy en día el dinero no alcanza ni siquiera para sobrevivir, donde las personas deben pasan hambre por la escasez de alimentos, donde los niños deben evitar jugar en la calle para no tener que luego correr por sus vidas, donde los jóvenes dejan de soñar despiertos y todo se convierte en una pesadilla, donde los adultos deben esforzarse el triple y que al final nada sea suficiente, donde los ancianos deben decidir entre comprar comida o medicamentos en caso de que los logren conseguir. Todo por culpa de una gobierno nefasto al que durante la cena no le falta ni un plato de comida, un grupo de ladrones que le arrebataron la alegría y los sueños a millones de personas, que le arrebataron la vida y la felicidad a miles de familia y que privaron de libertad a personas de almas puras, libres y fuertes.

No soy la única y última venezolana que ha emigrado, pero me alegra que hoy en día, mi historia sea algo que valga la pena contar. Porque no sólo se trata de lo que vemos en redes sociales, de lo que vemos por la televisión o lo que escuchamos, también se trata de empezar de cero, sin familia, sin amigos, sin dinero, sin hogar, sin trabajos, con sólo la esperanza y la fuerza de cumplir nuestros sueños para estar más pronto que tarde reunidos con nuestros seres queridos una vez más o hasta nuestros últimos días.
No quiero hablar sólo de mi experiencia sino también te invito a conocer o a quizá probar algunas de las cosas que me han hecho seguir de pie en el otro lado del mundo.

Mi nombre es María Rincón y te lo digo desde el otro lado del mundo: Sonríe una vez más que los momentos malos tienen fecha de vencimiento y la mayoría de las veces traen consigo algo increíblemente bueno, no todo depende del destino sino de tus acciones, no te des por vencido por creer que jamás vivirás la vida que siempre has soñado con la gente que has soñado y siendo lo que has soñado. Cuando creas que es muy complicado, solo recuerda cuándo y por qué empezaste a construir tu futuro, recuerda el por qué estás en esa situación, recuerda por qué buscaste un nuevo destino y una nueva vida.

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Además piensa en qué genial es el trayecto hacia el éxito, lo mucho que puedes aprender, conocer, probar o explorar… Afirma que preparándote como persona y como profesional podrías también ser parte de ese cambio que quieres, bien sea para ti mismo, en tu familia, en tu comunidad, en tus seres queridos y principalmente parte del cambio del lugar que te vio nacer, crecer y soñar por primera vez.

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2 respuestas a “No todo depende del destino sino de tus acciones.”

  1. Avatar de María Carolina Rodriguez
    María Carolina Rodriguez

    Excelente , cada venezolano que esta fuera del paise en estos momento tiene una gran historia que contar, debemos darle gracias a Dios, por la fuerza, por la oportunidad de conocer otras cosas otras culturas , otras personas y sobre todo por darnos la oportunidad de ver en nosotros mismo lo que somos capaces de hacer . Solo toca seguir adelante , creer en sí mismo con fuerza voluntad, perceverancia, dios nos puso en este camino por algo , hagámoslo me mejor que podamos, aprendamos de los errores y sigamos adelante pues hay mucho camino que recorrer.

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    1. Avatar de Diáspora Venezolana
      Diáspora Venezolana

      «Caminante no hay camino, se hace camino al andar»

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