Por: Andreina Flores

Mucho antes de que SmartMatic dijera que había fraude en los procesos electorales de Venezuela, ya lo sabíamos. Pero no se trata solamente de un fraude a nivel de maquinitas, el fraude se hace a todos los niveles: a nivel de Registro Electoral Permanente, de presionar y amenazar a los dependientes de las dádivas gobierneras para que voten rojo, a nivel del voto asistido (que sigue hacienda mucho daño) y muy especialmente, a voltear las reglas electorales hasta sacarles todo el jugo a su conveniencia.

Así se inventaron mil obstáculos, pasos, procedimientos y requisitos para no hacer el referéndum revocatorio. Así inhabilitan partidos, anulan elecciones ya realizadas y ganadas por la oposición. Así deponen un gobernador electo por no arrodillarse ante la Constituyente.

Lamento mucho decir esta frase, paisanos míos, pero en Venezuela el voto no vale nada.

Yo voté por Antonio Ledezma como Alcalde Metropolitano de Caracas y terminó sin presupuesto y tras las rejas. Le montaron una alcaldía paralela. Lo mismo hicieron con la gobernación de Miranda y de Lara, poniendo a los candidatos perdedores a manejar el dinero de esas regiones a a través de dos mamotretos llamados CorpoMiranda y CorpoLara.

La mayoría de los electores votaron por Ramón Muchacho, David Smolansky, Daniel Ceballos. ¿Dónde están ahora? En la cárcel o en el exilio.

El Zulia votó por Juan Pablo Guanipa. ¿Se respetó el voto? ¿Sirvió de algo “expresar la voluntad del pueblo”?

En 2015 yo pegué gritos de alegría por haber ganado las elecciones legislativas. ¿Y qué pasó? Desde el principio, las artimañas empezaron a minar el camino: no se reconoció el triunfo de los diputados de Amazonas, se metieron por todas las rendijas leguleyas que consiguieron y fabricaron una plataforma falsa para declarar a la Asamblea Nacional en desacato permanente.

Más de 50 decisiones legislativas fueron bloqueadas por el Tribunal Supremo de Justicia. Hoy en día, el Parlamento no vale ni medio. Se quedaron hasta sin sede porque la Asamblea Constituyente les invadió el rancho.

¿Valió de algo mi voto? ¿Se respetó mi decisión, mi voluntad como ciudadana? No, compañeros, se limpiaron el rabo con mi papeleta electoral.

Ahora adelantan elecciones en una estrategia ilegal, exigen la validación de los partidos de oposición y acusan a la MUD de haber boicoteado las municipales y de no tener derecho a presentarse en las presidenciales.

Y en el mejor de los casos, aunque un candidato opositor ganara las elecciones (con Tiby manejando el CNE, ujum) la todopoderosa figura de la Constituyente se ha instalado de una manera tan feroz que seguiría haciendo lo que le venga en gana. ¿Alguien ve a Diosdado Cabello haciéndole caso a un presidente de la MUD, llámese como se llame?

Coño, ya basta. Una cosa es poner la otra mejilla y otra dejarse dar una parranda de golpes hasta debajo de las uñas.

Mi posición es absolutamente personal y no estoy haciendo un llamado a seguir los mismo pasos, pero para estas elecciones presidenciales, yo particularmente, digo NO.

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Una respuesta a “¿Vale la pena votar en Venezuela?”

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