Por: Frank Calviño 

Siempre se ha repetido el mantra de que Los Estados Unidos de América es tierra de oportunidades. La frase es cierta, pero le falta un pedazo: es tierra de oportunidades para el que se esfuerza por eso. Para el que se sacrifica.

Entre los casos de éxito de Venezolanos en el extranjero, tuve la alegría de recibir un testimonio de una persona cercana, que libró una batalla campal para encontrar su lugar en la tierra del Tío Sam.

Doninyer Zapata es un amigo y colega. Un hombre que conocí hace años en esa Tierra de Nadie que es de todos, en esa UCV. Un hombre al que la vida se la puso chiquita, pero que nunca se rindió. Su historia es un ejemplo de aquellos que han triunfado. Y su respuesta a la pregunta “¿Volverías?” es a la vez una profecía y un recontar la historia de Venezuela. Doninyer ha vivido en carne propia, lo que vivieron los Europeos que emigraron a Venezuela entre los años 30’ y 70’ del siglo pasado, y que consiguieron montar sus negocios y criar sus familias, en la que entonces era una tierra llena de oportunidades. Trabajando duro como lo hicieron mis abuelos gallegos, como tantos otros españoles, portugueses, italianos, polacos, búlgaros, libaneses y pare usted de contar.

“Yo llegué a estados unidos hace cinco años, mi primer año lo pasé en Miami, con mi Esposa y mis dos hijos, Camila y Diego. Yo entregaba comida en una scooter, en una motico, en el downtown de Miami. Estuvimos casi en la quiebra. Nos vinimos a Las Vegas porque un familiar vivía aquí. Básicamente vivíamos en un cuarto y luego llegamos a tener que pedir comida en una iglesia, la pasamos bastante mal. Pero… poco a poco las oportunidades comenzaron a aparecer” explica Doninyer.

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Sus primeros trabajos fueron en casinos, él recogiendo vasos y su mujer atendiendo en la piscina. Nunca se rindieron. Luego apareció una oportunidad en Telemundo.

“Primero fui reportero, luego me convertí en presentador. Y después de cierto tiempo nos ganamos un premio Emmy. Empezaron entonces a salir las cosas bien, nos compramos una casa, los niños comenzaron a adaptarse a la ciudad y bueno, han crecido aquí. Y esto es lo que nos hace pensar, porque siempre es un tema recurrente, si nos quedamos, nos vamos o qué hacemos. Yo creo que uno siempre va a amar a Venezuela. Pero no veo factible regresar, al menos por los niños porque ellos se han adaptado a una nueva cultura. Este es el país dónde ellos están creciendo y este es el país del que siempre van a sentirse “parte de”. Yo creo que eso le pasa a mucha gente que emigra, como tus abuelos por ejemplo, para tí tu país fue al final donde tú creciste ¿No?” me pregunta Doninyer.

Su voz, incuestionablemente profesional como corresponde a una artista de la cámara y el micrófono, se le quiebra apenas por un instante cuando hace referencia a una verdad irrefutable: Doninyer sabe que el país de sus hijos va a ser Estados Unidos de América. No puedo sino imaginarme por un momento como la voz de mis abuelos también debió de fallarles cuando se dieron plena cuenta de que mis padres, nacidos en Venezuela y criados en Venezuela, sería para siempre hijos de otra tierra, muy distinta a esa España que ellos tanto amaban, pero de la que tuvieron que escapar para no terminar engrosando las innumerables filas de los cementerios de la post-guerra. Doninyer tiene toda la razón del mundo. Para sus hijos no sería retornar, sino emigrar.

“Yo en ese aspecto veo mucho a mis hijos como esa generación de Españoles, de Italianos, de Portugueses, que llegaron a Venezuela y que tuvieron sus familias allá. Quizás mi esposa y yo volvamos en algún momento con ellos para mostrarles; esta es tu casa, este fue tu lugar, aquí fue dónde naciste. Pero no creo que se quieran quedar a vivir. Nosotros, de pronto algún día, cuando ellos estén grandes y se vayan porque los hijos son de la vida, pues de pronto nos decidamos a volver a Venezuela a disfrutarla un poco, a vivir la Venezuela distinta que tenemos la esperanza de que va a existir en un futuro no muy lejano” apuntilla Doninyer.

Es casi una constante matemática ese deseo genuino que expresa tan excelentemente Doninyer: hasta el venezolano que sabe que está forjando una vida en el extranjero, ese al que le ha ido bien y que sabe que su éxito le amarra ya a otras costas, sueña que al final de su vida se cumpla la profecía de esa canción que se ha vuelto nuestro segundo himno: enterrad mi cuerpo cerca del mar, en Venezuela.

De 67 testimonios, al menos 65 consideran volver a Venezuela al final de su vida. Volver a su hogar, al menos una vez más.

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2 respuestas a “Una campaña admirable”

  1. Que bueno por ellos, me alegra saber q están bien, pero como hicieron? Con que visa? Estaban ilegales? Me encantaría q me ayudarán a saber como me voy legal a USA, no soy nadie especial, sólo una profesional más….con una simple visa B1/B2

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  2. Nosotros nos fuimos asesorados por una abogado de inmigración Gloria Roa Boudin, las cual fue pésima, invertimos un dineral y al final después de 3 años de ir y venir a Vzla, no dio resultado. Perdimos el dinero y el tiempo. Y aquí estamos en Vzla. Nos ofrecieron un Asilo pero, no queremos ser personas de fraudes ni cosas raras, decir mentiras a los Estados Unidos, no creo q sea una buena idea. Así q estamos pensando que hacer….pq aquí en Vzla la cosa está bien Jodida

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