Por: Alfonzo Iannucci
Son las 7:30 de la mañana y camino dentro de la estación De Gregorio Marañon en dirección a la línea 10 con algo de prisa porque la enésima huelga de metro me ha retrasado.
Hay bastante cola en las escaleras mecánicas para subir y un hombre fornido que camina en dirección contraria a los que esperamos para subir se abre paso con brusquedad, llevándose por delante a los que consigue sin pedir permiso.
De lejos veo su intención y al intentar empujarme me planto firme. Se sorprende y coge más impulso y al yo resistirme aún más, es él quien termina expulsado de la fila.
Se indigna y me dice en un español con fuerte acento de europa del este: “¿Quieres problemas? ¿Qué te pasa?”.
La arrechera me nubla y me salgo de la fila increpándole con una frase que tenia años sin pronunciar, pero que permanecía allí guardada en algún lugar de la nacionalidad: “¿Qué es lo que pasa de que mamagüebo?”
El carajo sin entender mucho pero asumiendo que lo acabo de insultar, pone su mochila en el suelo y se acerca hacia mi y de inmediato dos tipos que me escucharon se paran cada uno a mi lado y uno le dice en un marcado acento del oeste caraqueño: “Nojoda tú si eres care’ tabla. Empujas a todo el mundo y de paso reviras”.
El abusador queda descolocado. Duda por unos instantes al no entender las palabras, pero si la expresividad y los gestos. Ve que somos tres aunque nos acabamos de conocer y él no lo sepa. Coge su mochila y se va.
Los “panas” siguen su camino y el que no había hablado me dice: “Cuídese el mío, pendiente es lo que es”.
Caracas muerde, pero a veces afuera, también abraza.
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