
Una joven abogada venezolana que se reinventa como Au-Pair en Alemania
Conoce la historia de Ana Gabriela Quintero, una joven abogada venezolana que emigró como Au Pair a Alemania de una hermosa familia con tres hijos en Regensburg, Bayer
Por: Alfonzo Iannucci
Desde hace algunos años, la vida de Ana Gabriela Quintero se había convertido en un cuestionamiento permanente a la realidad que habitaba. Cada día, sus pensamientos se llenaban de más preguntas. A inicios de la pandemia, en 2020, tuvo un momento de crisis. Una de esas preguntas, en particular, se repetía con mayor fuerza: ¿Qué estoy haciendo con mi vida?
Ana había estudiado Derecho. Desde el inicio de sus prácticas, había tenido la oportunidad de trabajar en el escritorio jurídico “Carrero y Quintero”, lo que le permitió especializarse en derecho deportivo. “Yo estaba haciendo algo que me gustaba, pero no me veía haciéndolo por el resto de mi vida. Además, desde hace mucho tiempo ya no me sentía cómoda estando en Venezuela. Quería irme, pero no sabía muy bien adónde”, cuenta Ana.

Su pareja de ese momento era también alemana y quería irse de Venezuela, con lo cual su mejor opción parecía ser Alemania. Así que exploro esa vía y, aunque al poco tiempo terminaron su relación, ella siguió pensado que ese país sería una buena elección.
“Alemania siempre me había llamado mucho la atención. Aquí me di cuenta de que siempre tuve puntos de conexión con esta tierra, en parte porque mi familia tiene una pequeña finca en la Colonia Tovar y pasé largas etapas de mi vida en esa segunda casa. Además, mi papá es fanático de Alemania y siempre intentaba darme un libro relacionado con su historia de Alemania o contarme algo de su cultura”.
Con el destino claro, solo faltaba buscar la figura legal bajo la cual podría emigrar. Pensó en hacerlo bajo la figura de voluntariado o con visa de trabajo, pero el voluntariado requería un nivel muy avanzado del idioma alemán que no tenía en ese momento. Para el trabajo, necesitaba de otros requisitos que tampoco cumplía. Conocía la opción de irse como Au-Pair, pero tenía sus reservas porque pensaba que podía ser algo complicado. Compartir tanto tiempo con una familia que no conoces le parecía todo un reto de convivencia. Sin embargo, se inscribió en la página Au Pair World para explorar esa opción y ver si había alguna posibilidad real.
“A finales de 2020 revisé varios perfiles de familias y vi una con la que hice conexión enseguida. Le di me gusta y le escribí manifestando mi interés en ellos. Al poco tiempo, la madre de la familia me respondió y empezamos a comunicarnos por esa vía”. Ellos necesitaban una Au-Pair para marzo, pero Ana no podía estar disponible para esa fecha por no tener aún su título y documentos de la universidad listos. Además, tramitar la visa demoraría hasta octubre de 2021 y la familia no podía esperar tanto. Yo lo entendí y seguí buscando otras opciones, pero con ninguna otra familia conseguí ese nivel de afinidad que había sentido con ellos. “Gracias a Dios, quedé en contacto con Felicitas (la madre) y de vez en cuando nos escribíamos por WhatsApp comentándonos fotos y estados que ambas poníamos”.

Felicitas y su marido, a pesar de tener tres hijos, son un matrimonio muy joven. Ella tuvo la oportunidad de viajar a Venezuela cuando tenía 15 años y esa experiencia la dejo fascinada con nuestra tierra. “Recuerdo que, en una ocasión, comentó algo que me conmovió mucho: me dijo que nunca ha sido tan feliz como cuando estuvo en Venezuela. Para ella, Venezuela es el paraíso, su mejor recuerdo en la vida”. Los meses transcurrieron y, en abril, Felicitas le comentó que la persona que había escogido en su lugar no podría ir a Alemania, por lo que le preguntaron si seguía interesada en esa posición. Su entusiasta ¡Por supuesto! la ha llevado hasta el día de hoy.

De esa manera, iniciaron el proceso. El 8 de diciembre estaba aterrizando en Munich con una hermosa estampa invernal que aún recuerda. “El papá de los niños me fue a buscar al aeropuerto. Sentir ese frío tan intenso me impresionó. Ver todo ese paisaje blanco de la nieve al salir del aeropuerto de Munich me parecía irreal. Me costó mucho creer lo que estaba viendo de camino a Regensburg. No entendía nada de la señalización de las carreteras ni de las gandolas, así que cerré los ojos un momento y me encomendé a Dios en esta nueva aventura”.
Los niños de la familia esperaban conocerla con mucha ilusión, así como ella estaba ansiosa por conocerlos a ellos después de compartir mucho a través de Whatsapp y celebrar sus cumpleaños a la distancia. Al verse por primera vez, todos quedaron encantados. “Para nosotros, los venezolanos, la Navidad es una fecha muy importante. En este momento estamos en julio y yo ya estoy escuchando Billo’s. Sin embargo, ese diciembre de 2021 yo ya no quería estar en Venezuela y llegar en esa fecha fue estupendo para mí, ya que al estar sumergida en tantas celebraciones se me hizo fácil desconectarme de todos mis problemas allá”.

El primer mes no conoció a más nadie que no fuera de la familia. La gente en Regensburg suele salir muy poco en invierno y fue apenas en primavera cuando pudo empezar a conocer a otras personas, así como a la ciudad. “Cuando llegué, no tenía en mente conocer a otras chicas Au-Pair y me sorprendió la cantidad tan grande que hay. A una cuadra de mi casa, hay una chica colombiana que llegó 8 meses antes que yo y fue quien me enseñó muchas de las cosas que tenía que saber de la ciudad. Además, un día me invitó a una reunión de la agencia con la que se vino y en esa reunión conocí a otras chicas de diferentes países”.

Actualmente, asiste a clases de alemán, donde también ha tenido oportunidad de conocer y hacerse amiga de mujeres de otras nacionalidades. Esto le ha reafirmado la importancia de saber comunicarse en otra lengua. “El idioma es súper importante. Es curioso como nunca valoramos lo importante que es poder comunicarse. Hay que ser muy autodidacta para avanzar en los idiomas. Tengo una playlist de pura música en alemán que aún no entiendo muy bien, pero que me permite perfeccionar el oído para ir avanzando.”

De Alemania le gustan el orden, la organización y lo hermosas que son las personas por dentro y por fuera. “Aquí todo esta detallado, no hay manera de que hagas algo mal. Me fascina la mentalidad de los alemanes de acuerdo a cómo deben hacerse las cosas. Las primeras veces que salía a la calle todos me parecían excesivamente guapos, era como estar en una película”, recuerda.

De Venezuela extraña mucho bailar, la música, su perro Byron y su familia. “Extraño ese calor familiar. Los alemanes son cariñosos, pero de una manera diferente, sin tanto contacto físico como el de los venezolanos. Esso es algo que, cuando no se tiene, se echa mucho de menos”.